Pretty Zorra. Por Laura Notario

Revisando Pretty Woman tuve varios procesos digestivos. De entrada, quería simplemente ver el clásico. Una comedia bien hecha. Un casting perfecto y un ritmo brillante. Buenas interpretaciones, momentos inolvidables de guión con instantes divertidos, tiernos y dolorosos. Y esa sonrisa ñoña que te deja el final. Como decía mi madre “es una tonteriina”. Después, empecé a reflexionar. Primero pensé en Trump. Me parecía otra referencia psíquica inconsciente del magnate, igual que “Lo que el viento se llevó”. Ella nunca era una dama. Pero el siempre era un magnate. En otra ocasión, ya había llegado al básico feminista. La pobre chica de la calle, un poco tonta, zafia pero encantadora y guapísima, que es salvada por el ejecutivo brillante, enigmático, culto, poderoso, tierno y considerado. Un padre de primera que te mantendrá y cuidará eternamente.
La moraleja de Pretty Woman, es tapar la sexualidad desenfrenada. Adecentar, formalizar. Es el refrán “Una señora en la calle, una puta en la cama” O lo que es lo mismo: Puedes ser todo lo loba que quieras pero que no se note. Hazte la decente y todo perfecto. Que no se sepa. Que no lo parezca. Y está es una de las claves de la violencia de género. La sociedad, ambos, hombres y mujeres, no soportan la exhibición sexual Tampoco la de la gente gay. Molesta la evidencia sexual, el cortejo sin disfraz, el pedir sexo explícitamente sin circunloquios. Les molesta a los que ya no lo disfrutan, a los que no parecen saber aliviarse en solitario y a los reprimidos.
Laura Notario
Actriz, profesora de arte dramático y realizadora.