Colección ídolos del cine

Ídolos del cine, una mítica colección sobre las estrellas del Siglo XX
I. Tras las huellas de los viejos papeles.
El coleccionismo cinematográfico ofrece numerosas ramificaciones que recorren desde lo musical (las bandas sonoras en discos de vinilo) y las series galácticas (juguetes de personajes y armamentos de los films de ciencia-ficción) hasta lo que podíamos englobar en el ámbito del papel antiguo. Estos últimos artículos resultan ahora entrañables por encerrar tantos recuerdos de un ayer cada vez más alejado de los gustos audiovisuales del presente y, por ello, y por lo valioso, también pueden resultar bastante costosos. Me refiero a esa imaginería gráfica de las postales de artistas en blanco y negro, de los folletos o programas de mano, de los carteles y affiches, de los álbumes de cromos coloreados de célebres películas, de guías publicitarias, etc., etc., que no hace muchos años circulaban profusamente por ferias de antigüedades y rastros dominicales de tantas ciudades pero que hoy sólo suelen encontrarse en las páginas de internet. Olvidaba incluir entre esos tesoros del ayer ofertados a precios astronómicos las fotos autografiadas de grandes mitos, las colecciones de films novelados y de biografías de estrellas que proliferaron en las décadas de los cuarenta y cincuenta del siglo XX. En suma, la época dorada del cine simbolizada en el star-system y el glamour hollywoodenses se nos vuelve a representar una y otra vez en esas postales y en esas biografías de figuras irrepetibles sobre las cuales, no ha poco tiempo, el escritor Terence Moix nos familiarizaba a través de los fascículos que conformaban la serie Mis inmortales del Cine, reeditada y ampliada en 2002 en cuatro volúmenes, cada uno dedicado a las estrellas de las décadas de los treinta, cuarenta, cincuenta y sesenta del pasado siglo. No había sido ésta la única colección pues el interés o la pasión suscitadas por el conocimiento biográfico y filmográfico de las grandes figuras de la pantalla entre los aficionados venía de mucho antes cuando aquéllos sólo podían contentarse con coleccionar las fotos de sus ídolos en postales.
II. Una colección pionera.
Ídolos del cine es como se denominó la primera colección de biografías de artistas de la pantalla en nuestro país de la que hay noticia, y de la que quiero hablar a propósito de haberla reencontrado por casualidad, curioseando en la trastienda de internet donde ha aparecido completa, con sus ciento doce números, algunos hasta ahora poco menos que ilocalizables como los cuatro últimos publicados. La aparición de Ídolos del Cine a finales de 1958 significó un oasis en medio del raquitismo editorial dedicado a temas fílmicos fuera de alguna revista especializada y de las de carácter misceláneo con propensión al chismorreo cinematográfico. Entonces resultó una refrescante novedad el que, por el precio de 2,50 pesetas y por su formato de bolsillo, se pusiera al alcance popular una serie de biografías estelares cuyos textos y su correspondiente representación gráfica las hacían aparecer aún más atractivas que las propias revistas de cine para los imberbes aficionados. Cuando dejó de publicarse al cabo de dos años y medio no por ello desapareció por completo de los quioscos y de los mercadillos callejeros donde sus seguidores podían adquirir ejemplares atrasados o intercambiarlos por otros artículos de culto -tales como postales y folletos- pues muchos de aquellos jovenzuelos se conectaron a esta apreciada serie biográfica para seguir los pasos de estrellas de las que habían oído hablar pero desconocían sus películas, apenas distribuidas en España, como era el caso de Brigitte Bardot.
III. El permanente recuerdo popular.
La colección sintetizaba el creciente interés por estas figuras estelares del cine europeo y por los mitos de Hollywood sin dejar de prestar atención a los de habla hispana, y aparecía editada por Unión Distribuidora de Ediciones, la misma empresa que simultáneamente lanzaba la de Ïdolos del Deporte, con Di Stefano, Kubala y Gento, entre sus números iniciales y cuya mención constituía el único elemento publicitario en cada ejemplar de los dedicados a artistas. El primer número, dedicado a Carmen Sevilla -en el cénit de su carrera- y pronto agotado, salió a la venta en Madrid el 12 de junio de 1958, figurando el Año I al que sucesiva y semanalmente le seguirían otros ejemplares de 1959 (Año II), y muy pocos en 1960 (Año III), con sólo cinco números tras los cuales dejó de publicarse abruptamente quedando inéditas futuras biografías en preparación, entre las que estaban los nombres de Mel Ferrer, Jorge Mistral, José Suárez, Mickey Rooney, Esther Williams, Jacqueline Sassard o Bing Crosby.
La lista de Ídolos del Cine publicados contenía los siguientes:
Nº 1. Carmen Sevilla. Nº 2. Lola Flores. Nº 3. Sofía Loren .Nº 4. Sara Montiel.
Nº 5. Marilyn Monroe. Nº 6. Gina Lollobrigida. Nº 7. Marlon Brando. Nº 8. Elizabeth Taylor. Nº 9. Paquita Rico. Nº 10. Ava Gardner. Nº 11. Vittorio de Sica. Nº 12. Lana Turner. Nº 13. Grace Kelly. Nº 14. Francisco Rabal. Nº 15. Lucía Bosé. Nº 16. Ingrid Bergman. Nº 17. Jorge Negrete. Nº 18. Ana Mariscal. Nº 19. María Félix. Nº 20. Audrey Hepburn. Nº 21. Vicente Parra. Nº 22. Kim Novack. Nº 23. Analía Gadé. Nº 24. Emma Penella. Nº 25. Tyrone Power. Nº 26. Rita Hayworth. Nº 27. James Dean. Nº 28. Marina Vlady. Nº 29. Marlene Dietrich.
Nº 30. Romy Schneider. Nº 31. Aurora Bautista. Nº 32. Abbe Lane. Nº 33. Martine Carol.
Nº 34. Brigitte Bardot .Nº 35. Anna Maria Pierangeli. Nº 36. Gregory Peck. Nº 37. Diana Dors. Nº 38. Lilian de Celis. Nº 39. Jennifer Jones. Nº 40. María Martín. Nº 41. Giulietta Masina. Nº 42. Susana Canales. Nº 43. Erika Remberg. Nº 44. Vittorio Gassman.
Nº 45. Leslie Caron. Nº 46. Belinda Lee. Nº 47. Anna Magnani. Nº 48. Frank Sinatra.
Nº 49. Jayne Mansfield. Nº 50. Charlot. Nº 51. Nati Mistral. Nº 52. Robert Taylor.
Nº 53. Michèle Morgan. Nº 54. Gary Cooper. Nº 55. María Cuadra. Nº 56. Clark Gable.
Nº 57. Cyd Charisse. Nº 58. Raf Vallone. Nº 59. Lina Rosales. Nº 60. Yul Brynner.
Nº 61. Dawn Adams. Nº 62. Kirk Douglas. Nº 63. Deborah Kerr. Nº 64. Cantinflas.
Nº 65. María Schell. Nº 66. James Stewart. Nº 67. Mercedes Vecino. Nº 68. Burt Lancaster.
Nº 69. Susan Hayward. Nº 70. John Wayne. Nº 71. Maruja Asquerino. Nº 72. Glenn Ford.
Nº 73. Marisa Allasio. Nº 74. Julio Peña.Nº 75. Debbie Reynolds. Nº 76. Rock Hudson.
Nº 77. Lolita Sevilla. Nº 78. Tony Curtis. Nº 79. Joan Crawford. Nº 80. Stewart Granger.
Nº 81. Jean Simmons. Nº 82. Elvis Presley. Nº 83. Katia Loritz. Nº 84. Jean Marais.
Nº 85. Marujita Díaz. Nº 86. Zully Moreno. Nº 87. Silvana Mangano. Nº 88. Humphrey Bogart. Nº 89. Doris Day. Nº 90. Rubén Rojo. Nº 91. Judy Garland. Nº 92. Jeff Chandler.
Nº 93. Giovanna Ralli. Nº 94. Dirk Bogarde. Nº 95. María Luz Galicia. Nº 96. Gérard Philipe. Nº 97. Gene Tierney. Nº 98. Greta Garbo. Nº 99. Joseph Cotten. Nº 100. Danielle Darrieux. Nº 101. Joselito. Nº 102. Antonella Lualdi. Nº 103. Harry Belafonte. Nº104. María Mahor. Nº 105. Curt Jurgens. Nº 106. Loretta Young. Nº 107. Henri Vidal.
Nº 108. Imperio Argentina. Nº 109. Charlton Heston. Nº 110. Montgomery Clift.
Nº 111. Richard Widmark. Nº 112. Alan Ladd.
IV. Los seleccionados: el olimpo de toda una generación.
La colección Ídolos del Cine ofrecía semanalmente una biografía de artistas en la que abundaban las actrices (70) y menos los actores (42). Cada semblanza constaba de treinta páginas estructuradas de forma similar. En primer lugar, una introducción en la que se destacaba el momento de plenitud del artista (su consagración fílmica, la consecución del Oscar, el reconocimiento o bien el último acontecimiento en su vida (paradójicamente, las semblanzas de James Dean y Humphrey Borgart comenzaban por su óbito, y la de Grace Kelly por la boda real que ponía fin a su carrera artística). A continuación se describía la biografía propiamente dicha a través de varios epígrafes titulados por su niñez, primeros trabajos, éxitos, divorcios, etc. Y, finalmente, un breve epílogo que significaba el The Happy End en la vida de cada uno. En efecto, en la época en que se escribían estas semblanzas la mayoría de las estrellas atravesaban su momento de esplendor o vivían un retiro dorado, como el de Garbo, y los que desaparecían -por accidente, como Dean, o por cáncer terminal, como Bogart- habían entrado ya en la leyenda de Hollywood. Del resto aún no se había escrito su último acto: Marilyn no había ingerido las mortíferas píldoras para dormir, Brando no había engordado, a Rita Hayworth y a Carmen Sevilla no les habían diagnosticado la enfertmedad de alzheimer ni a Rock Hudson el sida y Lyz Taylor no estaba en silla de ruedas. Aún quedaban lejos los suicidios de Pier Angeli y Romy Schneider, así como las muertes fulminantes de nombres como Judy Garland, Tyrone Power, Henry Vidal, Gérard Philipe o Elvis Presley, o los fatídicos accidentes de Grace Kelly, Belinda Lee y Jayne Mansfield. En definitiva, el declive o el olvido que suele seguir al apogeo artístico aún no había hecho su aparición en la trayectoria de ninguno de los biografiados. Algunos de los que han sobrevivido, ahí están, como Sofía Loren y Kirk Douglas, que acaban de cumplir ochenta y cien años, respectivamente, sin haber perdido su aureola en vida.
V. Estilismo y publicidad.
Los distintos ejemplares contenían abundante documentación gráfica, con imágenes de la vida privada y social de los biografiados que alternaban con las de la trayectoria profesional, en especial con las alusivas a los últimos y más conocidos films de aquéllos, recién estrenados o en curso de distribución en nuestro país. De hecho, en casi todos los ejemplares se citaban al final las entidades distribuidoras que gentilmente les habían cedido material fotográfico el cual, en muchos casos, suponía una forma de publicidad encubierta de los más recientes títulos de sus intérpretes. De ahí que algunas semblanzas se acerquen a divulgar la película que había consagrado o actualizado el nombre de ciertas estrellas: El último cuplé, en el caso de Sara Montiel, Sissi, en el de Romy Schneider, King Creole, en el de Elvis Presley, La isla del sol, el de Harry Belafonte, Ben-Hur, el de Charlton Heston, y Me enamoré de una bruja y Ama Rosa, en los dedicados a James Stewart e Imperio Argentina, respectivamente.
La forma y el contenido de la serie de semblanzas solía depender no sólo de los firmantes sino de las limitaciones establecidas a cualquier publicación de la época. De ahí la ingenuidad o lo edulcorado de algunos textos en lo referente a la vida privada de las estrellas, exentos de aquellos detalles escabrosos o más veraces que luego ya se han podido publicar en otras colecciones. Las alusiones, por tanto, a ciertos hábitos (adulterio, drogadicción, alcoholismo, homosexualidad, etc.) y al ideario político de las estrellas estaban descartadas por esa ley no escrita que el periodismo rosa adoptaba de entrada ¿Y qué decir de su material gráfico? Pues entre sus imágenes era impensable introducir no sólo fotos de simples desnudos sino otras de más refinado erotismo, como las que más tarde ilustrarían la colección de Planeta preparada por Terence Moix antes citada.
Juan de Mata Moncho Aguirre
Profesor universitario, Doctor en Filología Hispánica.
Escritor y crítico cinematográfico.