
Louise Bourgeois
Se estima que el arte hecho por mujeres comenzó a tener relevancia a partir de los años sesenta y setenta, justo cuando una de las mejores artistas del siglo, incluidos los hombres, entró en el MOMA de Nueva York a los setenta y un años de edad. Este hecho revela una actitud social en la que se desvaloriza el trabajo intelectual de la mujer, por supuesto también el artístico. En el campo del arte, la presencia de la mujer se ha visto mucho más restringida que en cualquier otro campo. Hasta el siglo XX, la historiografía dedica muy pocas páginas a las mujeres influyentes en el arte, con figuras destacadas en el Barroco y Renacimiento como Rosalba Carriera, y Artemisia Gentilleschi. Con las revoluciones sociales del XIX, y ya en el XX, las mujeres tomarán de alguna manera mayor protagonismo en el trabajo artístico, siendo siempre una minoría, Marie Cassatt, Maria Blanchard, Berthe Morisot, Maruja Mallo, Camile Claudel, y muchas más. Las mujeres colaboraron en el surgimiento de las vanguardias, antes y después de las guerras mundiales. Movimientos como el Dada, el cubismo, el futurismo, replantearon el trabajo de la mujer, aunque en aquellos momentos no fue valorado en su justa medida, o en igual medida al de los hombres. Trabajos como el de Hannah Höck, cuyos collages son una de las más importantes aportaciones artísticas del momento, no han sido tratados con la relevancia que se merece, por la crítica, los historiadores… A lo largo del siglo XX, aunque las mujeres artistas empezaron a tener cierta relevancia y consideración, era muy complejo que su actividad se realizara en igualdad de condiciones con el hombre. En el caso de Louise Bourgeois, el traslado de su París natal a Nueva York fue definitivo. No cabe duda que en ella arraigaba un fuerte espíritu de libertad y de ganas de trascender, a pesar de los obstáculos. Y sería la sociedad cultural de Nueva York la que no tuvo más remedio que aceptar la fuerza expresiva de esta artista, dándole su mayor reconocimiento a los setenta años. Como precedentes la apoyaban las figuras de escritoras que ya, desde el XIX, estaban siendo reconocidas. Pero en la trayectoria de las mujeres artistas pesaba el que ni los grandes museos ni las galerías más importantes las tomaban en cuenta. Sin embargo, Louise Bourgeois, sí pudo ejercer su gran sabiduría y su conocimiento, con una visión personal, radicalmente distinta, un aire nuevo que revolucionó muchos de los principios asumidos en el arte. Esta artista es receptora directa, a partir de los años sesenta, de la información que llegaba desde Europa, con movimientos como Fluxus, la obra de Beuys, y las experiencias que en el terreno del Land Art y de la instalación se producían en Estados Unidos. De todo ello fue desarrollando sus propias conclusiones, con la creación de espacios donde se habilitaban determinadas sugerencias autobiográficas, que remitían no solo al objeto sino al espacio que contenía los objetos, espacios como celdas, habitáculos, donde pendían camisas, espejos, figuras… Todo un laberinto de memorias que pudimos ver aquí en España en la primera gran exposición que le dedicó el Reina Sofía, quizá su obra más difundida. Pero no podemos olvidar la gran trascendencia que tienen en su trabajo las piezas realizadas en bronce y en mármol, en las que recurre a la parte irónica de la condición humana, tanto de la mujer como del hombre. El sexo, la vagina, el pene, se funden en una eclosión que se traduce en formas bellamente trabajadas. Obra admirada por artistas como Willem De Kooning, Mark Rothko y Jackson Pollock, así como el fotógrafo Robert Mapheltorpe, quien le hace un homenaje en la famosa fotografía, donde la artista francesa sujeta una de estas esculturas pene, Fillette, (1968).
Eduardo Lastres
Artista visual
www.eduardolastres.com
- Robert Mapplethorpe 1982
